Esta entrada la voy a destinar a revisar algunas de las distintas opciones de sellos o certificados COVID-19 que nos podemos encontrar en el mercado: certificados de protocolos, sellos «Safe Tourism Certified», declaraciones responsables, certificados de ensayos de análisis, sellos COVID FREE, etc.
Como este tema es un poco delicado, antes que nada me toca hacer una aclaración importante:
En esta entrada pretendo reflejar únicamente mi opinión. Desde PDCA Focus he participado en el desarrollo del Reglamento Particular para la Certificación de Sistemas de Seguridad Sanitaria frente al COVID19, RP/CS/COVID19 y te hablaré de él en algún apartado, pero no pretendo venderte ese esquema, ni ningún otro. Únicamente, pretendo analizar las distintas opciones disponibles y que cada cual elija la que quiera o ninguna. En certificación nunca compres lo que no necesitas o no te vaya a ser útil, suele dar mal resultado.
Arrancamos:
¿Por qué y para qué un certificado COVID-19?
Como dice el gran Simon Sinek, lo ideal es empezar con el Why?, pero antes de plantearnos por qué o para qué, vamos a entender que es esto de un certificado.
Acudiendo a la RAE tenemos:
Certificación: documento en que se asegura la verdad de un hecho.
Tal vez ahora estés pensando: «Y esto de que alguien venga a mi casa a «asegurar la verdad de un hecho, ¿es obligatorio? ¿es necesario? ¿qué utilidad tiene?».
Obligatoriedad
Lo primero y más importante es dejar claro que esto NO ES OBLIGATORIO. Actualmente no hay ningún requisito legal que obligue a la certificación de ninguno de los esquemas relacionados con COVID-19. Con certificado o sin él, lo verdaderamente importante es que sigas todas las recomendaciones y requisitos que se están definiendo y que te preocupes por garantizar la seguridad de tus trabajadores y clientes. Un certificado COVID-19 no debe (o no debería) declarar como eficaces unas medidas preventivas que no lo son, y al mismo tiempo, unas medidas preventivas eficaces lo seguirán siendo con certificado o sin él.
Necesidad
Si este certificado es o no necesario es una decisión empresarial y, como todas, se debería tomar tras analizar pros y contras. Si entiendes que trasmitir seguridad y confianza a tus clientes y partes interesadas es beneficioso para tu organización, pese al desembolso que pueda suponer, la certificación es una herramienta que te va a ayudar. Ya hay varias grandes empresas que han adoptado esa postura. Esas grandes empresas tampoco quieren gastar dinero, pero entienden que la certificación puede favorecer la recuperación de la actividad.
Utilidad
La certificación en algún esquema relativo a la COVID-19 tiene la misma finalidad que la certificación en otros esquemas: facilitar información confiable y validada (luego vemos esto con detalle) a tus clientes y partes interesadas.
Esta necesidad de información del consumidor o de las partes interesadas es un fenómeno creciente y que se vuelve crítico cuando hablamos de temas sensibles para el consumidor. Sin entrar en el ámbito específico de la certificación, es fácil encontrar situaciones en las que se facilita información al cliente para proporcionar seguridad:
- Guarderías que ofrecen servicio de webcams para que los padres puedan ver en todo momento cómo están y qué hacen sus hijos.
- Información pública sobre resultado de inspecciones alimentarias en Nueva York. Este sistema traslada los resultados de las inspecciones a una etiqueta en la puerta del establecimiento e incluso hay un mapa que recoge toda la información.
En el ámbito de la certificación, muchas empresas apuestan voluntariamente por pasar auditorías y obtener certificados relativos al cumplimiento de los requisitos recogidos en una determinada norma. Pretenden, con este gesto, dar a sus clientes mayores garantías que las que se derivan de una autodeclaración.
Certificar o no certificar, esa es la cuestión
Si hablamos de COVID-19, el objetivo de los certificados COVID-19 es trasmitir confianza con respecto a las medidas preventivas que la empresa ha implementado para garantizar la seguridad de clientes, trabajadores y demás agentes.
La idea de trasmitir confianza y seguridad está clara, pero, al mismo tiempo hay una necesidad urgente de retomar la actividad cuando antes y una situación económica muy delicada en muchas empresas.
En este debate interno sobre cuánta seguridad necesitamos, cómo de importante es, hasta dónde debemos llegar, etc.; surge siempre un debate interno en el que tenemos un diablo en un hombro que nos apura con las prisas, los costes y hasta con la pereza y un ángel en el otro que quiere dormir tranquilo:
Esta dicotomía está presente en todas las decisiones de una empresa, es el eterno debate entre la visión a corto o a largo plazo, entre la reactividad o la proactividad, entre el pelotazo y la sostenibilidad o entre lo urgente y lo importante.
¿Qué garantizan estos certificados COVID-19?
Muchas empresas han empezado una carrera para tratar de ofertar servicios de certificación para las empresas que entienden que necesitan reforzar la confianza y seguridad de sus clientes. La oferta actual es bastante variada y probablemente irá a más.
En la mayoría de los esquemas de certificación que conoces ISO 9001, ISO 14001, ISO 45001, marcado CE, los requisitos vienen definidos es esas normas. El proceso ahí es sencillo: la empresa implementa los requisitos y después «somete» su sistema a examen.
En este nuevo escenario no existe una norma específica que contenga los requisitos que la empresa debe cumplir para intentar garantizar la seguridad de los clientes. Los requisitos en principio salen de un maremágnum de normas, guías, recomendaciones, etc. de organismos nacionales e internacionales.
En ausencia de una norma de referencia surge la primera gran decisión: ¿hacer que la propia empresa defina cómo aplica las directrices de la legislación, guías, etc. o extractar esos requisitos y darles forma de reglamento, especificación, etc.?
Certificación de protocolos
El primer camino es el que siguen muchas certificadoras que ofrecen «certificación de protocolos». Requiere normalmente que la empresa tenga ya una cultura de gestión y de prevención, que le permita definir la forma en que integra esos requisitos. La entidad de certificación evalúa que esos protocolos sean coherentes con los requisitos normativos aplicables y también la eficacia de la implementación de los mismos. Los primeros certificados de protocolos que se están viendo corresponden en general a grandes empresas que ya disponen de otros sistemas certificados.
Certificación de reglamentos o especificaciones
El segundo camino es que el ha seguido el ICTE con su sello «Safe Tourism Certified» y es también el que hemos seguido en la alianza Synergy para el desarrollo del Reglamento Particular para la Certificación de Sistemas de Seguridad Sanitaria frente al COVID19, RP/CS/COVID19. La entidad de certificación evalúa el cumplimiento de los requisitos establecidos en el esquema (cuya coherencia con el marco normativo se garantiza durante su elaboración y actualización). El resultado de esa evaluación se puede concretar en un «pasa/no pasa» o en un sistema de niveles de cumplimiento.
Entre estos esquemas de requisitos definidos también hay distinción entre esquemas sectoriales (turismo, concesionarios de automóviles, etc.) o esquemas aplicables a todo tipo de establecimientos.
Certificación basada en analíticas
Otro tipo de certificación existente, se basa en la realización de analíticas de superficies. Estos certificados refrendan la eficacia de la metodología definida por la organización para sus procesos de limpieza y desinfección. En este caso la entidad de certificación realiza y revisa analíticas y valida la eficacia de la sistemática definida por la empresa.
Certificados basados en declaraciones responsables
Existen también, certificados que no se basan en una actividad de evaluación, si no que certifican únicamente la existencia de un compromiso (declaración responsable) por parte del empresario de implementar las medidas requeridas. Expida quien expida este tipo de certificados (este modelo se está adoptando por algunas administraciones públicas y por asociaciones empresariales) su fiabilidad está condicionada por la honradez o por la competencia técnica del firmante de la declaración responsable. Mi experiencia directa de evaluaciones de declaraciones responsables en algunos ámbitos es un poco decepcionante.
Marcas «COVID FREE»
Por último, también surgen con fuerza ¿certificados? «COVID FREE» aplicables a todo tipo de establecimientos, vuelos, ciudades y hasta países, que, con independencia de la metodología de evaluación que sigan (en el supuesto de que sigan alguna), son poco creíbles por el resultado que otorgan. No hay forma de garantizar con rotundidad la ausencia total de riesgo. Esa es una premisa básica de la certificación: ningún sistema de gestión puede garantizar la ausencia de incumplimientos. Lo que se certifica es la capacidad de la organización para mantener unas condiciones determinadas de una manera confiable.
¿Quién emite esos certificados COVID-19?
Para poder completar el análisis sobre la conveniencia o utilidad de implementar un certificado de este tipo, es importante tener herramientas para valorar la confiabilidad del esquema. Los productos poco confiables van a tener poco recorrido (ya estamos viendo algún ejemplo en los medios).
Para analizar la credibilidad de un certificado emitido por una entidad lo que debemos hacer es analizar las características básicas de esa entidad:
- Regulación o vigilancia: ¿los trabajos de esa entidad son vigilados por algún regulador oficial, administración, etc.?
- Competencia técnica: ¿cuenta esa entidad con el conocimiento para certificar el esquema en cuestión?
- Imparcialidad: ¿el juicio de esa entidad puede verse condicionado por algún interés ajeno a la auditoría?
Regulación o vigilancia
Las entidades de certificación actúan en la mayoría de sus servicios bajo esquemas acreditados.
En España por ejemplo, la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) vigila el trabajo de las entidades de certificación mediante auditorías periódicas en las que se comprueban todos los aspectos que incluyen en el proceso de certificación:
- Competencia técnica
- Imparcialidad
- Tiempos de auditoría
- Proceso de toma de decisión
- Gestión de apelaciones
- Uso de marca de acreditación.
- etc.
Cuando nos movemos en el campo de la certificación acreditada podemos tener las máximas garantías posibles. La entidad de acreditación va a vigilar todos los requisitos que dan garantías al proceso.
Adicionalmente, algunos esquemas se complementan con la vigilancia de la administración al tratarse de certificaciones reglamentarias (aquellas ligadas a una normativa de obligado cumplimiento).
No todos los servicios de certificación son objeto de acreditación y, muchas veces, vemos a entidades de certificación ofertar servicios no avalados por la acreditación. Actualmente ninguno de los servicios de certificados COVID-19 disponibles en el mercado está avalado por acreditación (si acaso los análisis en algún laboratorio).
Competencia técnica
Cuando una certificación es no acreditada nos toca a nosotros de algún modo analizar el resto de aspectos, que hacen al certificado más o menos confiable.
Las vías para analizar la competencia técnica de la entidad que emite un certificado pueden ser muy variadas:
- Pedir CV, referencias similares, etc.
- Analizar posibles avales técnicos o científicos del esquema.
- Analizar si dispone de acreditación para esquemas similares.
En este caso concreto las entidades más confiables, desde mi punto de vista, son las entidades de certificación acreditadas. Disponer de acreditación para otros esquemas con los que pueda haber cierto paralelismo nos puede dar indicios suficientes de confianza y solvencia técnica.
Imparcialidad
Este es uno de los aspectos críticos de la confiabilidad de un certificado. Por más competencia técnica que haya, si nuestro juicio se ve condicionado por otros intereses, todo el proceso queda cuestionado.
En certificación se hace normalmente la siguiente clasificación para las auditorías:
- Auditoría de primera parte: la empresa analiza su propio sistema.
- Auditoría de segunda parte: se realiza normalmente por otra empresa con la que existe algún interés o relación adicional. Ejemplo: auditorías de proveedores
- Auditoría de tercera parte: es la que se lleva a cabo por organizaciones externas independientes (es la manera de proceder de las entidades de certificación).
A medida que vamos bajando en la escala del gráfico anterior, va disminuyendo la confiabilidad del proceso por la pérdida de imparcialidad.
En los certificados COVID-19 estamos viendo todo tipo de situaciones. En muchas ocasiones se mezcla la urgencia y voluntad por intentar demostrar condiciones seguras, con el interés por gastar lo menos posible o por favorecer a un determinado sector o ámbito geográfico.
- Empresas que inventan su propia marca y se lo auto-conceden.
- Asociaciones empresariales que desarrollan esquemas con el asesoramiento o no de otras empresas y que destinan a sus propios asociados.
- Administraciones públicas que conceden un certificado basado en una autoevaluación o en un compromiso por parte del titular.
Un buen amigo hablaba de los «Monkey Liquor Label» (en inglés todo suena mejor, y se vende más caro) como aquellos certificados que realmente no aportan nada. Hace años me crucé con una empresa que se dedicaba a vender leds y que regalaba un certificado de «compromiso ambiental». No sé si en breve veremos regalar certificados COVID FREE por cada 50 litros de gel hidroalcohólico.
Mi recomendación en este mundo de los certificados COVID-19, es que entre comprar algo que no aporte o no tener nada es casi mejor no tener nada.
Dinero, siempre dinero
Llegados a este punto, si estás pensando en que alguno de los certificados COVID-19 del mercado puede ser interesante para tu empresa, a lo mejor te estás preguntando si este tipo de certificados tiene algún coste y, en caso afirmativo, cómo de caro es este servicio.
Me temo que la respuesta es que, en efecto, este tipo de certificados tiene coste económico, ya que son servicios prestados por empresas privadas que se dedican a la evaluación, inspección o ensayo. Los precios varían según las características de tu empresa, el tipo de certificado, la entidad certificadora, etc.
Realmente, cualquier paso que des en tu empresa destinado a garantizar la seguridad de los clientes en cualquier ámbito (seguridad de la información, seguridad alimentaria, seguridad industrial), implica un desembolso económico. Con respecto a COVID-19 todas las medidas técnicas que has implementado o que vas a implementar también suponen un gasto.
En todo caso, la certificación no es obligatoria y por tanto es un desembolso que puedes o no hacer en función del beneficio previsto para esa medida.
Como estamos ante una cuestión de salud pública y que además impacta en la economía nacional de forma clara, sería deseable que hubiera ayudas o líneas de financiación, que posibilitaran la implementación de estos certificados COVID-19 en todas las empresas, para mejorar la confianza de los consumidores y reactivar más rápidamente el consumo.
De momento, si que se ha hecho algún esfuerzo en favorecer el acceso a las normas y requisitos. Así por ejemplo, se han publicado muchas guías (genéricas, sectoriales, etc.) en las que se recogen las distintas recomendaciones y UNE e ICTE permiten el acceso gratuito a las Especificaciones UNE para el sector turístico.
Conclusiones
Si has llegado hasta aquí y aún no sabes si necesitas o no algún certificado COVID-19 y en su caso cuál de los que se ofrecen, recapitulemos un poco:
- Lo más importante es que identifiques las guías y recomendaciones que te apliquen y que implementes todas las medidas preventivas a tu alcance y te asegures de su eficacia. Eso es crítico con o sin certificado.
- Si consideras que necesitas un certificado COVID-19; elige bien cuál necesitas.
- Deberás elegir entre sistemas en los que debes definir medidas preventivas y protocolos, o sistemas que definen los requisitos que debes cumplir de manera expresa. Analiza la capacidad y competencia de tu personal para abordar cada opción. También puedes optar por esquemas sectoriales o genéricos.
- Elijas el certificado que elijas, analiza su validez, rigor y confiabilidad. Si quieres un certificado para ofrecer confianza y lo primero que no es confiable es el certificado en sí, mal empezamos.
- Por bonito que sea el logo y potente que suene, el «establecimiento COVID-FREE» no existe (al menos desde que abre la puerta), como tampoco el colegio gripe-free, ni los chiringuitos salmonella-free. Cuidado con optar por una marca que pueda acarrear complicaciones jurídicas o que en cuestión de días se vea cuestionada en los medios.
- El valor de un certificado viene dado por quién lo evalúa y bajo qué condiciones: regulación de la actividad, competencia técnica, imparcialidad, etc.
Espero que esta información sobre certificados COVID-19 te haya sido útil. ¿Quieres hacerme algún comentario sobre este post o tienes alguna duda? Me puedes escribir aquí, estoy a tu disposición.